Noche de Walpurgis

Luigi Pirandello
Fragmentos

Estudio a la gente en sus ocupaciones más comunes, por si lograra descubrir en los otros lo que a mí me falta en cada cosa que hago: la certeza de que comprendan aquello que hacen.

En principio, sí, me parece que muchos la tienen, por la forma en que se miran y se saludan entre ellos, corriendo de acá para allá tras sus asuntos o tras sus caprichos. Pero luego, si me detengo a mirarles un poco más adentro, a los ojos, con estos ojos míos concentrados y silenciosos, he aquí que inmediatamente se ensombrecen. Es más algunos se desmoronan en una perplejidad tan inquieta, que si yo siguiera escrutándoles, tan sólo un poco más, me injudiarían o me agrederían.

No, vamos, tranquilos. Me basta esto: saber, señores, que no tienen claro ni seguro, tampoco ustedes, ni siquiera ese minimo que les viene determinado poco a poco por las muy rutinarias en las que viven. Hay un más allá en todo. Ustedes no quieren o no saben verlo. Pero, sí minimamente, este más allá brilla en los ojos de un ocioso como yo, que se ponga a observarles, he aquí que se desmoronan, se turban o se irritan.

Conozco también yo el montaje externo, quería decir mecánico, de la vida que estrepitosa y vertiginosamente nos ocupa sin un instante de paz. Hoy, así y así; esto y aquello por hacer; correr aquí, con el reloj en mano, para llegar tiempo allá.