Una mirada a la oscuridad



Philip K. Dick
Fragmento

Todo hombre ve únicamente una pequeña parte de la verdad completa, y muy a menudo, o casi siempre también se engaña deliberadamente en cuanto a ese pequeño fragmento que puede distinguir. Una parte de él se vuelve contra él mismo y actúa como si fuera otra persona, derrotándole desde dentro. Un hombre dentro de un hombre. Y eso no es un hombre, en absoluto.


------------------------------------------------


… Es como la música de la radio - despertador… A veces parece fabulosa, pero esta ahí para forzarte a hacer algo. La música de la radio - despertador suena para que te levantes.
 



El libro de Rachel


Martín Amis
Fragmento

Veinte minutos más tarde, en el baño de abajo, me miraba al espejo que está encima del lavabo. Era una cara demasiado chupada y desinteresada para ser la mía. Mientras la observaba, su actitud inexpresiva empezó a transformarse en un gesto, una mueca, que llegó finalmente a convertirse en una sonrisa. Mira, chico, los menores de veinte años hacen estas cosas todo el día.
Recuerda: sólo se es joven una vez. El joven no esta destinado a la culpa sino a la lujuria más desatada; no está destinado al remordimiento sino a la exultación; no está destinado a la vergüenza sino al cinismo. Tal como tú mismo has sabido expresarlo, en uno de los pasajes más primaverales de "Sólo la serpiente sonríe":

Pringosa la cara.
Largas listas
De polvos, ligues.
Miel y rocío;
Calor y sudor,
Esa inocente mirada
A la imagen
Del baño:
La canícula

El autentico joven es un ego abandonado en una isla desierta, pero siempre tiene la espalda vuelta contra nuevos barcos; posee una especie de fuerza subnormal que le permite vivir en su soledad. No te olvidesde que has estado malvendiendo tu juventud por ella.

Punks de Boutique


Confesiones de un joven a contracorriente
Camille de Toledo
Fragmentos


A mitad de los noventas, ya no se entendía el trans–como TRANSGRESIÓN, sino como TRANSFORMACIÓN, CONEXIÓN, HIBRIDACIÓN. No se atentaba contra la piel para provocar a occidente, sino para precipitarlo en su sueño futurista. Ya no abrevábamos en el liquido de las deyecciones y el gozo. Nos inyectábamos información. El asceta y el innombrable nos habían traicionado. Los veía prendidos de los flujos de los flujos electrónicos. A cambio, los flujos exigían su renuncia. Les ordenaban no sólo aceptar, sino desear el capitalismo. “Lo moderno es bueno. Lo fluido es bueno. Luego, lo fluido es bueno”. Todos se inclinaron ante este silogismo. Reverencia, señores. Final del cuerpo disidente. Seguíamos como traidores y como idiotas la linea definida por Deleuze y Guattari en el Antiedipo. Habíamos leído mal. Sin duda, la traición era un hecho Quid pro quo: “¿Cuál es el camino revolucionario? ¿Existe alguno? ¿Retirarse del mercado global […]? ¿O no podría ser el de ir en la dirección opuesta? ¿Ir mucho más lejos, es decir, en el sentido del movimiento del mercado, de la decodificación y de la desterritorialización?”. En esta lejanía viviríamos, a partir de ahora, allí donde el cuerpo disidente endosaba el ideal del capital.

----------------------------------------

En la era del encierro, el dandismo de masas describe la condición de un hombre sentado sobre un montón de porquería y que ríe. Se sabe de memoria cada residuo del montón, y como los conoce tan bien, se echa a reír. Algún objeto particular podría emocionarle, pero la suma de sus experiencias con cada uno de los objetos que componen el mundo le quita cualquier deseo de ver en particular. No se niega por ceguera. Más bien, la visión permanente del montón hace a sus ojos vana la consideración de un objeto en particular. No es un bárbaro. Es incluso todo lo contrario. Es un alma sensible, femenina, incapaz de violencia. simplemente ha renunciado. Si se ríe es porque ha elegido vivir sobre este montón de porquería y no contra él. Ha construido en él su casa, su ropero su fumadero y su biblioteca. La risa es su estética… una estética de la resignación. Por lo general, el dandismo de masas aborrece a hacer daño, pero la moral le resulta profundamente aburrida. Ríe por principio, para eludir la seriedad de los que quisieron instruirle en lo que ya sabe. Pero, en la cumbre del montón, a veces siente un profundo hartazgo. Borracho de risas, vacila con la idea de que estar sobre porquería es también estar en ella, y que, de tanto divertirse él mismo sería… inmundicia. Entonces, con la conciencia que ha adquirido de la mediocridad, el dandismo de masas entra en la mediocridad. La roza primero. La ronda. La evita. La toca. Y la acaricia. Y la prueba. Y se zambulle. Y se complace. Entonces comienza el tiempo del enriquecimiento SIN CAUSA. El recuerdo de la desesperación se aleja y deja el puesto totalmente libre para el cinismo. El calculo grosero gana la partida al espíritu de finura. La impostura se mantiene todavía por algún tiempo. A veces, toda una vida. No obstante, todo el potencial de rebelión es engullido y la risa se alza más alto todavía, ineludible y complacido.

Miedo y asco en Las Vegas


Hunter S. Thompson
Fragmentos

…¿Por qué molestarse en leer los periódicos si lo que ofrecen es esto? Tenía razón Agnew. Los de prensa son una pandilla de maricas crueles. El periodismo no es ni una profesión ni un oficio. Es un cajón de sastre para meticones e inadaptados… acceso falso al lado posterior de la vida, un agujero sucio y meado desechado por el superviso editorial, pero justo lo bastante profundo para que un borracho se acurruque allí desde la acera, y se masturbe como un chimpancé en la jaula de un zoo.

---------------------------------------------------------------

A mí me parecía que la única forma de preparar un viaje así era ataviarse como pavos reales humanos y enloquecer, luego cruzar aullando el desierto y hacer el reportaje. No hay que perder de vista nunca la responsabilidad básica.
    Pero, ¿qué era el reportaje? Nadie se había molestado en decirlo. Así que tendríamos que montárnoslo nosotros mismos. Libre Empresa. El Sueño Americano. Horatio Alger se vuelve loco a causa de las drogas en Las Vegas: Hazlo ya: puro periodismo Gonzo.

---------------------------------------------------------------

Desde luego. Pero ¿qué es sano saludable? sobre todo aquí en “nuestro propio país”… en la desdichada era de Nixon. Todos estamos ya conectados en un viaje de supervivencia. Se acabo la velocidad que alimentó los sesenta. Los estimulantes se han pasado de moda. Este fue el fallo fatal del viaje Tim Leary. Anduvo por toda Norteamérica vendiendo “expansión de la conciencia” sin dedicar ni un solo pensamiento a las crudas realidades carne/gancho que estaban esperando a todos los que le tomaron demasiado en serio. Después de West Point y del sacerdocio, el LSD debió de parecerle muy razonable… pero no produce gran satisfacción saber que él mismo se preparó su propia ruina, porque arrastró consigo al pozo a muchos otros, a demasiados.

    No es que no se lo merecieran: recibieron todos sin duda lo que se merecían. Todos aquellos fanáticos de ácido patéticamente ansiosos que creían poder comprar Paz y Entendimiento a tres billetes la dosis. Pero su fracaso es también nuestro. Lo que Leary hundió con él fue la ilusión básica de un estilo de vida total que él ayudo a crear… quedando una generación de lisiados permanentes, de buscadores fallidos, que nunca comprendió la vieja falacia mística básica de la cultura del ácido: el desesperado supuesto de que alguien (o al menos alguna fuerza) se ocupa de sostener esa Luz al final del túnel.
 

Ampliación del campo de batalla


Michel Houllebecq
Fragmentos

Necesitamos la aventura y el erotismo, porque necesitamos oírnos y repetir que la vida es maravillosa y excitante; y esta claro que sobre este tenemos ciertas dudas.

------------------------

El interés que nuestra sociedad finge experimentar por el erotismo (a través de la publicidad, las revistas, los medios de comunicación en general) es totalmente ficticio. A la mayoría de la gente, en realidad, el aburre enseguida el tema; pero fingen lo contrario a causa de una estrafalaria hipocresía al revés.
------------------------

No pude contestarle, claro; pero volví al hotel bastante pensativo. Definitivamente, me decía, no hay duda de que en nuestra sociedad el sexo representa un segundo sistema de diferenciación, con completa independencia del dinero; y se comporta como un sistema de diferenciación tan implacable, al menos, como éste. Por otra parte, los efectos de ambos sistemas son estrictamente equivalentes. Igual que el liberalismo económico desenfrenado, y por motivos análogos, el liberalismo sexual produce fenómenos de empobrecimiento absoluto. Algunos hacen el amor todos los días, otros cinco o seis veces en su vida, o nunca. Algunos hacen el amor con docenas de mujeres; otros con ninguna. Es lo que se llama la “Ley del mercado”. En un sistema económico que prohibe el despido libre, cada cual consigue, más o menos, encontrar su hueco. En un sistema sexual que prohibe el adulterio, cada cual se las arregla, más o menos, para encontrar su compañero de cama. En un sistema económico perfectamente liberal, algunos acumulan considerables fortunas; otros se hunden en el paro y en la miseria. En un sistema sexual perfectamente liberal, algunos tienen una vida erótica variada y escitante; otros se ven reducidos a la masturbación y a la soledad. El liberalismo económico es la ampliación del campo de batalla, su extensión a todas las edades de la vida y a todas las clases de la sociedad. A nivel económico, Raphaël Tisserand está en el campo de los vencedores; a nivel sexual, en el de los vencidos. Algunos ganan en ambos tableros; otros pierden en los dos. Las empresas se pelean en por algunos jóvenes; los hombres se pelean por algunas jóvenes; hay mucha confusión, mucha agitación. 

It (Eso)


Stephen King
Fragmento

Uno ríe porque lo que da miedo, lo desconocido, es también lo que divierte.

----------------------------------------

Lo miraban expectantes, con ojos afligidos y levemente esperanzados, pero Stan no pudo explicar lo que sentía. Se le habían acabado las palabras. Había un cumulo de sensaciones dentro de él y no encontraba las palabras adecuadas. Podía ser muy meticuloso, muy seguro de sí, pero tenía sólo once años y apenas había terminado el cuarto curso.

Quería decirles que había cosas peores que tener miedo. Podías tener miedo a los coches cuando vas en bicicleta. Podías tenerle miedo a la polio. Podías tenerle miedo a ese loco de Kruschev. Podías tener miedo de ahogarte si nadabas donde no tocabas fondo. Podías tener miedo de muchas cosas y seguir funcionando.

Pero lo de la Torre-depósito…

Quería decirles que esos niños muertos, los que habían bajado por la escalera de caracol en la oscuridad, habían hecho algo peor que asustarlo: lo habían ofendido.

Ofendido, si. Era la única palabra que se le ocurría, pero si la pronunciaba se reirían de él. Le tenían cariño, sin duda, y lo habían aceptado como a un igual. pero aún así, se reirían de él. Sin embargo, había cosas que ofendían el sentido del orden de cualquier persona cuerda, ofendían la idea esencial de que Dios había dado a la tierra una inclinación sobre el eje para que el crepúsculo durara sólo veinte minutos en el ecuador y más de una hora en lo polos; que, después de hacer eso, había dicho: “Bueno, si pueden calcular la inclinación, podrán calcular todo lo que quieran. porque hasta la luz tiene peso y cuando la nota de un silbato desciende bruscamente es por el efecto Dopler y cuando un avión rompe la barrera del sonido el estruendo no es el aplauso de los ángeles ni la flatulencia de los diablos, sino el aire que cae de nuevo en su lugar. Yo les di la inclinación y me senté en la platea para presenciar el espectáculo. No tengo otra cosa que decir salvo que dos más dos son cuatro, que las luces del cielo son estrellas, que si hay sangre los adultos la ven tanto como los niños, y que los niños muertos muertos están.”

Se puede vivir con el miedo, habría dicho Stan, si hubiera podido. Tal vez no eternamente, pero si mucho tiempo. En cambio, con la ofensa no se puede vivir, porque abre una grieta en tu pensamiento y si miras dentro de ella ves que allí hay cosas vivas, cosas con ojos amarillos que no parpadean y que huele muy mal en esa oscuridad. Y al cabo de un rato acabas por pensar que tal vez haya todo un universo distinto allá abajo, un universo donde hay una luna cuadrada en el cielo, donde las estrellas ríen con voces frías, un universo donde algunos triángulos tienen cuatro lados y otros cinco, y otros cinco a la quinta potencia. En ese universo puede haber rosas que canten.

Todo lleva al todo, les habría dicho, si hubiera podido. Ved a vuestra iglesia y escuchad esas historias de que Jesús caminó sobre las aguas, pero si yo viera a un tipo haciendo eso gritaría hasta quedarme ronco. Porque a mí no me parecía un milagro sino una ofensa.

Como no podía decir nada de eso, se limito a insistir:
– Asustarse no es problema. Pero no quiero meterme en algo que me haga terminar en el manicomnio.
– Pero ¿Nos acompañarás a hablar con él? – pregunto Bev –. ¿Escucharás lo que nos diga?
– Por supuesto –dijo Stan y se echó a reír –. Tal vez convenga llevar mi álbum de pájaros.
Todos rieron. Y de esa manera resulto más fácil. 
 

Patrañas. Nabo & Higo


Will Self
Fragmento

Cualquiera diría que es una historia de todos los días, ¿verdad? esta triste historia de Bull. Pobre, pobre Bull. Usado y abandonado bajo nuestro rojo sol emocional. Nos criamos a la expectativa del amor empalagoso , el amor romántico. Sentimos con arrogante goce que la nuestra sólo es una entre una infinidad de sensibilidades singulares. Qué cruel ironía que sea esta misma infinidad a la que más tarde percibimos como una tarea pesada y por añadidura aburrida. Vivimos nuestra vida con la aplicada y alienada amabilidad de los habitantes de las grandes ciudades: “Sé que eres interesante”, aparentamos transmitir telepáticamente a nuestros colegas de sufrimiento, “y que tienes esperanzas y temores de una calidad única, incluso ideas perspicaces. ¡Pero hoy no, por favor! ¡Adiós!”