Situacionismo


Qué es el situacionismo?
El arte del futuro será o la construcción de
situaciones, o ninguno.
Guy Debord
La vida real está en otra parte.
Arthur Rimbaud citado en la revista Internacional Situacionista
“...los Situacionistas, de quienes os creéis
jueces, os juzgarán un día u otro”.
Manifiesto Situacionista


Introducción
Reconozco mi parcialidad por aquellos que han intentado cambiar al mundo y mi franco entusiasmo por quienes lo han buscado con seriedad y con método. No me refiero a quienes ejercen el poder o a quienes lo asedian por medio de la intriga o la fuerza, sino a aquellos que buscan una transformación de fondo a partir de las ideas. Confieso también mi interés menor por utopías y modernos apocalipsis, a pesar de que me atrae fuertemente su lenguaje típicamente revelador y sugerente.

Los Situacionistas franceses de las décadas de los cincuenta y sesenta, particularmente Guy Debord, caen en este grupo de renovadores, analistas y críticos, que fueron más allá de utopías y apocalipsis proponiendo procesos de cambio profundo. Sus ideas fueron importantes en los movimientos estudiantiles del 68, no sólo en Francia sino también en muchos otros países. Su extensa obra sigue siendo consultada en medios impresos y por Internet. Sus libros, revistas, películas y posters son coleccionados en todo el mundo.

“Crear situaciones”
El mensaje central de los Situacionistas es que el hombre actual no es un actor sino un mero espectador. En su rol pasivo acepta el sistema social y, en la práctica, reproduce la cultura que lo agobia y se caracteriza por el trabajo rutinario, el desperdicio del tiempo libre, la manipulación de los medios, el arte excluyente y burocrático, la cultura estereotipada, los ritos empobrecedores, el conformismo y el aburrimiento.

En contraste, los valores de los Situacionistas son la interacción social, el diálogo y la renovación del comportamiento. Para ellos, se requiere una reversión ética que permita equidad en la participación y la recreación lúdica más que la equidad en la distribución del ingreso o consumo de bienes, que consideran bienes empobrecidos.

Dime qué situaciones has vivido y te diré quién eres,
Dime qué situaciones has creado y te diré cuánto has contribuido.

Esta valoración se relaciona con las tesis del antropólogo Johan Huitzinga, que según Andrew Hussey (en El Juego de la Guerra: La vida y muerte de Guy Debord) tuvo gran influencia sobre los Situacionistas:

1. Las grandes culturas emergen del juego más que de la planeación.
2. El Homo Ludens es por lo menos tan importante como el Homo Faber.
3. El Homo Ludens y el Homo Faber actúan en oposición.

Para los Situacionistas el gran juego reside en el ejercicio amplio y libre de la capacidad de diseñar, ejecutar y compartir situaciones intensas. Consideran que las situaciones más valiosas son aquellas que transforman a los participantes sin posibilidad de retorno, las que niegan el valor de los “bienes” materiales y culturales de la sociedad actual y las que generan cadenas de eventos que se retroalimentan recíprocamente.

En esta lógica, crear situaciones se convierte en el arte por excelencia, la última “escuela” que llevará a recrear todas las manifestaciones artísticas conocidas por medio de la creación colectiva; en un mundo sano, todos seremos artistas. La materia no es el óleo, el barro, el bronce, la tiza, el papel o la tela sino la vida diaria (costumbres y roles), los espacios urbanos, el conocimiento. No se trata de performances o happenings sino de situaciones realmente vividas para transformar la vida cotidiana.

En la visión de los Situacionistas, el obstáculo para el cambio consiste en que el sistema social reproduce patrones rígidos de convivencia, inhibe la libre actuación y confronta o coopta la innovación. En estas condiciones, se requieren situaciones de alta calidad, autónomas, socialmente atractivas, incluyentes, artísticas, que cuestionen y retroalimenten formas de convivencia. El reto es construir una teoría para identificar y potenciar esas acciones autónomas y, más todavía, desarrollar métodos para generar nuevas situaciones que produzcan reacciones en cadena capaces de sobrepasar los obstáculos y propiciar el cambio.

Surrealismo y Situacionismo
Los Situacionistas se sumaron a los movimientos avant-garde de la posguerra europea. Así como el dadaísmo consideró necesario destruir la sociedad racionalista y progresista que había llevado a la primera guerra mundial y el surrealismo consideró necesario romper con el pensamiento occidental por considerarlo opresor de la personalidad, los Situacionistas consideraban necesario trabajar por la construcción consciente y colectiva de una nueva civilización.

Como los dadaístas y los surrealistas, los Situacionistas dieron el paso hacia el vacío para marcarse colectiva e individualmente como “anti héroes” y “anti artistas”; de esta manera, sumaban el rechazo social a su deseo de diferenciarse para volverse menos vulnerables a la presión social y a la seducción de la cultura. Compartieron con otros movimientos avant garde la pasión por hacer de la vida una obra de arte.

Como parte del avant-garde, los Situacionistas buscaron usar el arte como un elemento central de un metalenguaje que tiene sus propias reglas, más que convertirse en un movimiento artístico por derecho propio. La actividad artística es poco voluminosa y se dio principalmente en el cine.

Los Situacionistas escandalizaron Cannes durante el festival de cine, llamaron a tomar la UNESCO y a quemar el museo del Louvre, hicieron antilibros con las reflexiones de Guy Debord encuadernados en papel lija, cambiaron las señales de tráfico de las ciudades, alteraron el sentido de los mensajes gubernamentales (complementaron los posters “El alcohol mata lentamente” con “nos vale... tenemos tiempo”), llamaron a falsas conferencias de personajes conservadores de la cultura europea para presentar mensajes pregrabados.

También buscaron hacer del alcohol y la sexualidad una obra de arte de excesos. Entraron en conflicto con derecha e izquierda, rompieron estrepitosamente con André Bretón y Henry Lefebvre, atacaron íconos culturales. En sus obras escritas, buscaban el poco noble resultado de “cretinizar” al lector poco crítico; después de todo, como escribió Isidoro Duchase (el misterioso Conde de Lautréamont) deseaban que “Dios conceda al lector... rigurosa lógica y un esfuerzo mental sostenido, tan fuerte como su desconfianza...”.

Los Situacionistas y Guy Debord
No es fácil escribir sobre personas e ideas a las que la mayoría de los lectores tendería, en primera instancia, a menospreciar o a considerar dañinos.

Los Situacionistas fueron juzgados como anarquistas, irreverentes, críticos furiosos tanto de capitalismo como del comunismo, revoltosos, depravados y radicales tanto por la derecha como por la izquierda. Estos Situacionistas se asocian con escritores tremendos, como el ya citado Lautréamont, el Marqués de Sade y Nietszche.

Su principal expositor, fundador y destructor fue Guy Ernest Debord (nacido en París el 30 de diciembre de 1931). Tampoco es un personaje fácil. Ciertamente fue un autor, productor de cine, editor de gran fuerza. Se integró en los años 50 a los Leteristas del rumano Isidore Isou. Fundó las revistas Internacional Leterista, Potlatch, Internacional Situacionista. Logró repeler y escandalizar pero también iniciar un diálogo duradero con un grupo reducido de lectores. Hoy puede leerse en Francés e Inglés en textos abiertos que rechazan explícitamente la protección de los derechos de autor.

En sus películas recurre a imágenes fijas y frases entrecortadas de Niteszche y Sade, usa también al collage y recomposición de escenas del cine americano. Intentó hacer cine puramente conceptual en su película “La Sociedad del Espectáculo”. Fue un hedonista comprometido y buscó innovar en todos los órdenes. Sus críticos lo consideraron borracho, depravado, destructor y hasta asesino. Debord solamente se defendió del último cargo.

Como analista y editor buscó revelar las limitaciones y reformar la vida diaria. Andrew Hussey nos presenta a Debord como un crítico implacable, que se erigió en juez no sólo de personajes públicos y sus enemigos evidentes, sino también, de sus propios compañeros. Al fin de cuentas, reclutó y expulsó a Situacionistas notables. Muchos de sus amigos terminaron considerándolo traidor, manipulador y paranoico. La lista de personas con quienes Guy tuvo entrañables amistades pero terminaron como enemigos, es notable. Cito solamente algunos: Isidore Isou, Michelle Berstein (compañera por años), Gil Wolman (fundador y coautor de ensayos teóricos fundacionales), Asger Jorn (también coautor) y Raoul Veneigem (autor del “Tratado sobre el vivir”, uno de los Situacionistas más lúcidos).

La principal obra editorial, la Internacional Situacionista empezó a circular en 1957 y desapareció a fines de 1969 después de la edición de 12 números.

La vida de Debord está enmarcada por una frase premonitoria (¿programática?) de los Situacionistas: “reduce la vida a una simple elección: revolución o suicidio”. En sus reflexiones Debord se atribuye el levantamiento estudiantil de París, sin duda para él un éxito revolucionario, pero también reconoció “nadie ha levantado a París dos veces”. Tuvo su oportunidad de transformar la vida diaria pero se le escapó sin éxito. En cierta forma de coherencia, Guy Ernest se suicidió el 30 de noviembre de 1994 (profundamente deteriorado por sus excesos) haciendo de su suicidio un ejemplo más de las tan apreciadas situaciones de las que no hay retorno. Andrew Hussey reporta que Alice Beker-Ho, esposa de Debord, consideró sin saña “Guy amó los momentos intensos, siempre momentos intensos... Fue magnificente. Su muerte fue el más hermoso regalo que pudo haberme dado”.

Los Situacionistas nos dejan la sospecha de que fueron destruidos por su propia creación.

¿Planteamientos desmesurados?
No propongo a los Situacionistas ni a Guy Debord como héroes contemporáneos. Pero sí propongo que estos irreverentes personajes veían a nuestra sociedad tan triste y trágica como seguramente muchos de nosotros vemos sus vidas.

El planteamiento de los Situacionistas lo podemos resumir en que es posible que un pequeño grupo de lectores ávidos, teóricos y bohemios pudiera:

1. Diseñar y crear situaciones relevantes para toda la sociedad europea.
2. Por medio de estas situaciones, desatar una reacción en cadena que llevara a:
Cambiar a los participantes sin posibilidad de retorno.
Liberar la vida diaria.
Crear y difundir nuevas pasiones.
Generar una revolución en el comportamiento.
Llevar a un cambio significativo en la cultura.

Según el ensayo titulado “Reporte sobre la construcción de situaciones” (publicado por Guy Debord en junio de 1957) y el Manifiesto Situacionista (obra colectiva de 1960), los planteamientos anteriores eran factibles por el alto grado de insatisfacción social y por el papel que podrían jugar las nuevas tecnologías. Mucho antes de la era del Internet y la robótica, se planteaba que la tecnología abría oportunidades para rechazar la cultura del consumo, reducir el tiempo dedicado al trabajo y generar un nuevo tipo de bienes para la convivencia social. El detonador sería la experimentación social por medio de la construcción de situaciones.

Este entorno de efervescencia hacía muy relevante el estudio de movimientos sociales y de reformadores culturales y políticos. Los Situacionistas estaban convencidos de su capacidad de sobreponer una lógica transformadora y deliberada a movimientos preexistentes. La crítica a la sociedad sería un gran detonador de la conciencia, el juego y la disposición lúdica serían un atractivo para la participación y la experimentación de “métodos para crear situaciones” sería la guía para ser cada día más eficaces en ese programa.

Si el Dadaísmo buscaba la destrucción del arte tradicional y la mezcla de todas las manifestaciones artísticas, el Situacionismo opta por utilizar el arte como componente de un mensaje mayor, con el fin de imprimirle un sentido totalmente nuevo. Para ejecutar este reencausamiento, los Situacionistas desarrollaron el “detournement”, término que significa reencausar, corromper o secuestrar sentido. Guy Debord y Gil J. Wolman publicaron en 1956 el ensayo “Métodos de ‘détournement’” con elementos para la teoría y práctica de resocialización. Estos métodos se aplicarían tanto a dichos y proverbios como a obras de teatro, música, cine, juegos electrónicos, etcétera. La meta era utilizar la fuerza de manifestaciones culturales conocidas para transmitir nuevos mensajes y para despertar la reflexión, la sorpresa, el humor, el deseo de participar o, por lo menos, el escándalo.

Lautréamont y Nietzsche son ejemplos de esta práctica de cambio de sentido. En sus Cantos de Maldoror, Lautréamont no solamente practicó el “détournement” sino también creo ritos de iniciación a una nueva cultura. “Sólo unos cuantos podrán saborear el fruto amargo sin peligro”. Como ejemplo del “détournement”, los estudiantes cantaban canciones populares francesas con letras revolucionarias durante el levantamiento de mayo de 1968.

Los Situacionistas también buscaron cambiar la ciudades para volverlas sitios de encuentro. Pasaron de la psicogeografía (interesada en hacer mapas precisos sobre las emociones que despierta el espacio urbano) a la búsqueda del “urbanismo unitario” que utilice el arte y el urbanismo para generar relaciones dinámicas y experimentos en el comportamiento. Las ciudades deben dejar de ser sedes del aburrimiento ancestral (cita de Andrew Hussey a un ensayo de Asger Jorn y Guy Debord) para convertirse en soporte de un dinamismo social sostenido.

En esta búsqueda de situaciones, Guy Debord publicó “Perspectivas para la alteración consciente de la vida diaria”. El documento fue presentado en mayo de 1961 en el Centro de Estudios Sociológicos del CNRS (Centro Nacional de Investigaciones Científicas) en París por invitación de Henri Lefebvre. Sorprendió a los asistentes que la conferencia fuera impartida no por Debord en vivo sino por su voz grabada de manera poco clara y en medio de ruidos de fondo. Se trata de un documento de inspiración hegeliana que analiza la forma de utilizar las propias fuerzas del sistema social para propiciar su cambio. Es uno de los documentos centrales del movimiento.

Debord plantea que la cultura es un sistema que puede ser alterado conscientemente si se entiende de manera profunda. La estrategia consiste en elegir estratégicamente un objeto de observación y cambio (un buen candidato es la vida diaria) con el fin de desatar un proceso de transformación dialéctica. Los elementos críticos son:

1. Sólo se puede comprender algo si se trata de cambiarlo.
2. Por lo tanto, es necesario desarrollar un método de conocimiento que a la vez lleve
a la transformación del sistema social.
3. La “alteración experimental” es la creación de situaciones. La observación de los resultados mejora la comprensión y facilita el mejor diseño de nuevas situaciones.
4. Lo que buscan los Situacionistas es la mayor participación social.
5. Esta mayor participación permitirá, en una segunda etapa, canalizar procesos autónomos de rechazo a los bienes de consumo y a la cultura.
6. El fin es que cada día surjan nuevos Situacionistas, nuevas situaciones y nuevos métodos.
7. Es una premisa que la sociedad de consumo confrontará las nuevas situaciones o buscará cooptar actores y apropiarse de las nuevas situaciones y sus métodos.
8. El objeto final de la “alteración experimental” es desbordar la cultura estereotipada y liberar el uso del tiempo libre.
9. El objetivo es revelar la triste realidad del consumismo, el aislamiento y el aburrimiento de la vida cotidiana.
10. También se busca apoderar a las personas para crear esas nuevas pasiones, ritos y formas de convivencia que son necesarios para generar una nueva y gran cultura.

Se trata de una revolución no violenta sino estratégica, que propicia la caída de la cultura empobrecedora y la recreación de la totalidad de la vida diaria; como decía el Manifiesto Situacionista “Todos seremos artistas, todos seremos situacionistas” o no habrá arte en el futuro. Se trata también de una visión que cuestiona profundamente el grado de conocimiento que tenemos de nuestro sistema social así como la utilidad de las ciencias sociales y la acción política tradicionales.

La tesis de que toda comprensión es social y que solo el cambio revela el funcionamiento del sistema social se acompaña de la tesis que una vez iniciado el proceso, la sociedad tiene la capacidad de desatar reacciones en cadena, generando series de situaciones que se retroalimentan sin cesar en un proceso crecientemente asistido por la tecnología.

Un elemento central en la visión de los Situacionistas es el Potlatch. Andrew Hussey atribuye este término a los antropólogos Marcel Mauss y Georges Bataille que lo consideran la forma más elevada y destructiva de actividad económica y consiste en realizar un regalo que no puede ser reciprocado. Se trata de una forma simultánea de afirmación y destrucción de la sociedad. El vocablo proviene de las tribus indígenas norteamericanas de British Columbia y Alaska.

Los Situacionistas adoptaron el término Potlatch como un “juego de destrucción total”, la negación integral de la sociedad actual que lleva al rechazo de sus bienes y valores. El Potlatch está presente en revueltas (riots) de pandillas y el pillaje que no roba sino destruye, rechaza todo lo que la sociedad ofrece como satisfactores. En este contexto, las revueltas son situaciones sin retorno de grupos humanos hastiados que aprenden a rechazar los motores del conductismo consumista. Son tendencias autónomas que requieren ser reencausadas.

¿Tuvieron impacto estos planteamientos? Se atribuyó a los Situacionistas y ellos se acreditan, documentos y acciones que desataron los movimientos estudiantiles en Estrasburgo en 1966 y en Nantes, Nanterre y París durante el verano de 1968. El documento Miseria de la vida estudiantil que contribuyó al levantamiento de la universidad en Estrasburgo, es un texto que escribió Mustafá Khayati con Debord.

Muchas de las frases escritas en los muros de la Sorbona y las barricadas en Paris, provienen de la Internacional Situacionista: “nunca trabajes”, “libera tus pasiones”, “vive sin tiempo muerto”, “nunca te aburras”, “toma tus deseos como realidad”, “todo es posible”, “el aburrimiento es contrarrevolucionario”, “la imaginación llega al poder”, “la vida real está en otro lado”.

Los documentos Situacionistas y las crónicas de los movimientos estudiantiles de Francia fueron leídos en Berkeley, Londres y muchos otros lugares que también vivieron movimientos universitarios. Los propios Situacionistas atribuyen al grupo Caos de México la intención de boicotear tanto las olimpiadas como la sociedad de consumo.

La Internacional Situacionista apareció por última vez en noviembre de 1969. Ese número iniciaba con un artículo sin firma titulado “El inicio de una era” que afirmaba que los eventos de mayo de 1968 constituían la verificación total de la teoría Situacionista del cambio. Los autores esperaban que los eventos se repitieran con mayor fuerza y de manera decisiva. A pesar de las declaraciones de triunfo, Andrew Hussey atribuye un tono rencoroso, sombrío y defensivo a esa publicación.

En ese mismo número final, los Situacionistas reconocieron un error táctico al haber centrado la acción en la Universidad de la Sorbona y no en las fábricas parisinas. El mensaje de rechazo a la cultura trató tardíamente y sin éxito de convertirse en la búsqueda de la autoadministración y la integración de consejos de los trabajadores.

Después del 68, los Situacionistas se sintieron capaces de crear poderosas reacciones en cadena pero no lo suficientemente para generar el cambio en la cultura. Buscaron el eslabón faltante en un marxismo revolucionario heterodoxo, anti-soviético, anti-chino y anti-burocrático. Entonces, los Situacionistas consideraron que la teoría del cambio estaba completa. En 1970 Debord llamó a reexpresar la teoría para difundirla en términos adecuados. Este planteamiento duró muy poco y la reformulación no fue terminada.

En un texto sin título de enero de 1971, Guy decidió terminar con los Situacionistas ante lo que llamó la parálisis teórica, la incompetencia y el utilitarismo de la nueva membresía; la desaparición era, según señala, la mejor forma de salvar las ideas del ridículo y la mistificación.

A mi juicio, los Situacionistas tuvieron su mejor momento en la etapa surrealista y hegeliana de elaboración teórica y preparación. El matrimonio entre crear situaciones y el marxismo revolucionario destruyó el sentido del Situacionismo como estrategia de renovación creativa.

Tipos de Situaciones creadas
Los Situacionistas supieron fundar una escuela y establecer un pequeño grupo surrealista capaz de vincularse con otros movimientos europeos. Supieron dar ese paso al vacío para sustraerse de la cultura dominante y volverse menos vulnerables. También supieron alimentar al Homo Ludens y contener al Homo Faber. En su primera etapa, supieron desarrollar una teoría y una práctica sugerentes para la creación de situaciones. Supieron también identificar un enemigo significativo, la “sociedad del espectáculo”, al que era imperativo exhibir y debilitar. En su etapa más activa, procedieron a promover la renovación social, conjugando acciones de Potlatch con el movimiento estudiantil.

Se puede argumentar que los Situacionistas se encontraron con un movimiento autónomo y se sumaron a él o que ellos contribuyeron a crearlo y a darle consistencia. En cualquier caso, ellos están íntimamente vinculados con el movimiento estudiantil del 68. Sin embargo, es un hecho que no pudieron desatar una revolución. Quedaron esperando a que se presentaran nuevas condiciones adecuadas para el cambio que nunca se presentó.

Su última etapa fue de autodestrucción, suicidio y testimonio. Su esfuerzo de simplificación y difusión de la teoría fue efímera, pero su decisión de terminar con el movimiento fue más exitosa. Muchos de ellos, como Guy Debord, tuvieron que vivir aislados como resultado de su decisión de entrar en conflicto activo con la sociedad y acometieron un proceso de autodestrucción. Al fin de cuentas, tuvieron cierto éxito en dejar testimonio de “situaciones sin retorno”; siguen siendo leídos y analizados.

Los tres párrafos anteriores resumen la agenda no planeada de los Situacionistas y racionalizada a posteriori en los escritos de Debord. Vale la pena presentar otra tipología, más consistente con los textos iniciales, para la creación de situaciones:

1. Cambiar (enriquecer) la vida diaria individual y vivir intensamente.
2. Forjar una identidad propia
3. Profundizar en el conocimiento social.
4. Revelar aspectos escondidos del funcionamiento de instituciones.
5. Dar forma a la realidad.
6. Perfeccionar el método para crear situaciones.
7. Generar ideas para el diseño de estructuras sociales complejas.
8. Gozar por el intercambio social.
9. Contrarrestar imposiciones de la cultura.
10. Confrontar enemigos poderosos.


Los Situacionistas demostraron que es fácil destruir. Sin embargo, el reto que plantean sus escritos originales es la construcción de una nueva sociedad y hacer de la vida una obra de arte. Ambos son retos de largo plazo. En coherencia, la meta debe ser la creación de situaciones para toda la vida.

Reflexiones finales
La crítica de Henri Lefebvre, citada y acremente rebatida por la Internacional Situacionista número 12, presenta una perspectiva relevante “los situacionistas... proponen no una utopía concreta, sino una abstracta. ¿Realmente imaginan ellos que un buen día en una noche decisiva las personas se van a mirar unas a otras para decir ‘¡Suficiente! Estamos hartos del trabajo y el aburrimiento! ¡Vamos a terminar con ambos! y ellos procederán a iniciar un festival interminable y la creación de situaciones? A pesar de que esto sucedió una vez en la historia en la tarde del 18 de marzo de 1871, la combinación de circunstancias no sucederá otra vez”.

La crítica de Lefebvre es justa al cuestionar la suficiencia de la voluntad colectiva para propiciar el cambio y la capacidad de los Situacionistas para encausarlo, pero no hace justicia a la participación de este grupo en los movimientos estudiantiles ni en su trabajo conceptual de lustros. Ciertamente, el balance no es fácil y todavía está por definirse.

Más allá de la experiencia concreta, vivencias, éxitos y fracasos, los Situacionistas
dejan cuatro reflexiones.

Primera reflexión, Debord y sus compañeros nos proponen que es necesario desarrollar
conscientemente:

1. El deseo irrefrenable de vivir intensamente.
2. La motivación para buscar el mejoramiento de nuestro entorno.
3. La capacidad de participar constructivamente en situaciones creadas por terceros.
4. La habilidad de diseñar, ejecutar y aprender de situaciones creadas por nosotros mismos. Es decir, el juicio para saber cómo y cuándo crear situaciones.
5. El hábito de analizar y evaluar constantemente las propias experiencias personales y sociales para reconstruir la historia personal. Reconocer situaciones y participaciones de alta y de baja calidad.
6. La cultura sobre las situaciones que han conformado nuestro entorno y sobre situaciones relevantes para otras comunidades.

El término “desarrollar conscientemente” no es simplemente expresión de voluntarismo. Se trata de aplicar el conocimiento sistemático sobre el funcionamiento de la sociedad para la acción práctica. Dicho de otra manera, la propuesta de los Situacionistas llevaría a aplicar todos los conocimientos de las Ciencias Sociales para el diseño de los cursos de acción de los individuos y los grupos informales, así como para definir las respuestas de estos individuos y grupos a las acciones de otros. Este proceso sería análogo a la práctica rutinaria de utilizar las Ciencias Sociales para diseñar las políticas públicas de los distintos niveles de gobierno y las acciones de grandes instituciones.


Segunda reflexión
La aplicación de las Ciencias Sociales a individuos y pequeños grupos requeriría una honda renovación de esas disciplinas. Esto es consistente con el profundo respeto de los Situacionistas sobre el conocimiento social con su fuerte crítica a las ciencias sociales tradicionales.

¿Es factible este planteamiento? Yo creo que sí. Basta ver conceptos como la investigación acción, teoría de la sociedad civil (con el dilema legitimidad-valor), el capital social y la inteligencia emocional, que si bien tienen otro sustrato conceptual y otros fines, reconocen el profundo valor de la interacción y la creatividad para el entendimiento de los fenómenos sociales. En la medida en que esto sea cierto, se requeriría también una nueva clase de científicos sociales.

Una dificultad para evaluar los planteamientos de los Situacionistas y las observaciones de Lefebvre y tantos otros críticos, es que las situaciones a las que se refieren Debord y sus compañeros son una anomalía en sentido estadístico, mientras que las Ciencias Sociales están más orientadas a estudiar sucesos comunes, más que extremos. Éste también es un tema en el que las experiencias personales tienen solamente un valor anecdótico y no son decisivas.

La tercera reflexión
Además del desarrollo de la cultura de las situaciones y el reto metodológico para la Ciencias Sociales, una parte significativa de lo que llamamos “nuestro mundo” está fundamentalmente indeterminada y representa el espacio sobre el que se puede incidir. A pesar de esto, normalmente completamos esta imagen del mundo y actuamos como si en realidad fuera definitiva renunciando a intentar cambiarla. Me refiero, en primer término, a que la estructura rígida de una sociedad compuesta por leyes y tecnologías (entre sus determinantes) puede soportar una gran diversidad de estructuras suaves de gran relevancia como son los patrones de comportamiento, las instituciones, los usos y costumbres. A pesar de la posible flexibilidad, estos son sorprendentemente rígidos.

También me refiero a que existe una gama muy amplia de formas en que se pueden vincular entre sí los elementos rígidos de la estructura; esto se podría cambiar sin generar un cambio estructural. Esta forma de rigidez se sustenta en instituciones de intereses que son redundantes o meramente redistributivos. Pueden cambiar, pero requieren de fuerzas que no se manifiestan de manera espontánea. Finalmente, me refiero a que el espacio de cambio a la propia estructura rígida es en general mucho más amplio de lo que reflejaría la observación casual.

Cuarta reflexión
Se vincula con esta indeterminación del potencial de cambio y es que la mayoría de nosotros no tiene respuesta a dilemas decisivos sobre el futuro, aún del futuro más personal, inmediato y cotidiano. Menos aún tiene respuestas sobre temas más trascendentes sobre los que nuestras acciones pueden llegar a tener influencia relevante.
Por lo tanto, hay muchas acciones posibles de actores relevantes que no están definidas y que podrían abrir espacios amplios de influencia para terceros.

Con demasiada frecuencia, los dilemas no se revelan como cuestionamientos o problemas explícitos, estos cuestionamientos no se formulan de manera contundente y, peor todavía, se acepta cualquier respuesta por poco relevante y por superficial que sea. En consecuencia, la materia que determina nuestro futuro es etérea. Muchos dilemas no se identifican y las opciones se desperdician en acciones poco pensadas, poco creativas y poco interesantes. La exploración es destruida no por la distancia o por enemigos sino por la civilidad (aceptación pasiva del status quo), la complacencia, la cerrazón, el temor, la falta de imaginación, la pasividad.

En esta visión, el futuro pertenece a quienes saben preguntar, a los que no aceptan
cualquier respuesta y tienen capacidad para inducir respuestas con su actuación. Para eso es crucial crear situaciones, literalmente, de las que no haya retorno, para que el proceso de pensamiento ocurra y las preferencias se manifiesten.

Los Situacionistas afirmaron que no se puede comprender la realidad si no se trata primero de cambiarla. La tesis tiene tal vez más mérito al pensar sobre el futuro: solamente se puede crear el futuro si se trata de cambiar el presente.

En mi experiencia profesional, todos los espacios descritos en las reflexiones anteriores son mayores de lo que normalmente se piensa; crear situaciones es una forma útil para revelar sus contornos. De hecho, la mayor intensidad profesional la he encontrado en la exploración, no siempre exitosa, de estos espacios. Por esto, me uno al deseo surrealista inicial de los Situacionistas, ojalá todos fuéramos Situacionistas y tuviéramos generosidad para involucrar a otros en eventos renovados. Ojalá, todos tratáramos de hacer de nuestras vidas verdaderas obras de arte. Ojalá todos actuáramos con método.

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