Rant La vida de un asesino


Chuck Palahniuk
Fragmentos

Andy Warhol se equivocaba. En el futuro, la gente no sera famosa durante quince minutos. No, en el futuro todo el mundo se sentará al lado de un famoso por lo menos durante quince minutos. De Typhoid Mary o de Ted Bundy o de Sharon Tate. La historia no es más que una sucesión de monstruos o de víctimas. O de testigos.

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La razón principal de que la gente se marche de una ciudad de provincias es que así pueden soñar con la idea de regresar. Y la razón de que se queden en el mismo sitio es que así pueden soñar con largarse.


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Todas las tradiciones festivas operan como ejercicios de desarrollo cognitivo, como desafíos cada vez mayores para el niño. Y pese al hecho de que la mayoría de los padres no son conscientes de esa función, siguen practicando el ejercicio.

     Un niño al que nunca se adiestra con Santa Claus es posible que nunca desarrolle la capacidad de imaginar. Para él, no existe nada salvo lo literal y lo tangible.
    
     Un niño que se desilusiona de golpe, a quien lo desilusionan sus hermanos u otros niños de sus edad, a quien lo ridiculizan por su fe y su imaginación, puede que decida no creer nunca más en nada, ni intangible ni tangible. No volver a confiar ni a asombrarse.
    
     Pero un niño que renuncia voluntariamente a las ilusiones de Santa Claus, El Conejo de Pascua y el Hada de los Dientes, ese niño puede desarrollar el conjunto más importante de habilidades. El niño puede reconocer la fuerza de su propia imaginación y su propia fe. Y asumirá la capacidad para crear su propia realidad. Ese niño se convierte en su propia autoridad. Determina la naturaleza de su mundo. Su propia visión. Y al hacerlo, gracias al poder de su ejemplo, determina la realidad de los dos otros tipos: los que no son capaces de imaginar y los que no son capaces de confiar.


  

Leo el corazón de los hombres


Werner Herzog
Fragmento de la entrevista publicada en la revista Cahiers du Cinema (españa) número 30

P: Ha escapado a la muerte en un increibñe número de ocasiones. ¿Cree en la suerte?
R: No... Esperen, tienen que plantearme la pregunta con más precisión. Creó haberles oído sugerir: ¿cree en el destino? Cierta sombra en su pregunta apunta en dirección a lo que lo que los látinos llaman Fatum. El destino. No creo en eso, pero confio en las estadísticas. Existe una determinada probabilidad. Creo en las matemáticas. Es decir, no creo en ellas: confio en las matemáticas. Por lo tanto, me guardo mucho de sobrecargar las cosas de significados como la predestinación, o la idea de un orden preestablecido, tal como la filosofía ha podido pensarlo durante mucho tiempo. Ocurre, eso es todo. Uno vive su vida y permanece receptivo a las oportunidades y a todo lo que observa.
 
   La razón por la que he sobrevivido tanto tiempo en este oficio es quizás porque me muestro receptivo: cambio, vivo, y la vida permanece en mis filmes. Lo mismo le ocurrio a Buñuel. Miren los filmes que hacía en los años treinta, los que hacía en los cincuenta en México, observen a Buñuel en la época en que trabajaba en Francia. El discreto encanto de la burguesía, etc. Él nunca dejo de vivir su vida, se mantuvo vivo, receptivo… gusta mucho por eso. Me gusta por la capacidad que tuvo para no fijar su trabajo en un rictus. El rictus de algo que hizo en una época y repitió a continuación. al ver sus filmes somos testigos de la evolución de una vida. Además, ¡Tenía un gran sentido del humor! Pero su humor porcede siempre de una cierta profundidad en la visión. Nunca es superficial. Forma parte de su esfuerzo por comprender el corazón de los hombres. y comprender el corazón de los hombres es lo que yo trato de hacer.

   Les pongo un ejemplo. Soy tan bueno con los actores sólo porque comprendo el corazón de los hombres. Gracias a esa aptitud pude filmar a los verdaderos astronautas de The Wild Blue Yonder. Fueron filmados en película durante una misión en 1989. Increible, nadie había visto ese material. Esas imágenes cogían polvo en un rincónn, en los archivos de Pasadena. Allí se encuentran los mayores archivos de la Nasa, con millones de documentos, fotos, pruebas… todo ello se remonta a principios de los años cincuenta (…) Quería tener a esos astronautas en mi film, diecisiete o dieciocho años después de aquellas imágenes de 1989. Logre reunirlos en el Jonhson Space Center, de Houston, por que algunos trabajaban allí. Me introdujeron en una enorme sala de conferencias. colocaron cinco sillas en cemicirculo y una sexta para mí, frente a las otras. Tomo asiento y de pronto me desmorono interiormente. ¿Qué puedo decirles? ¿Cómo hacerme entender? ¿Qué puedo leer en sus rostros? Lo primero que se me ocurre decir es: "Crecí en Baviera, en las montañas. De niño aprendí a ordeñar vacas. Desde entonces soy capaz de reconocer a quien sabe ordeñarlas". Señalo al piloto con el dedo y afirmo: "¡You sir!". Él clama: "¡Aaah!". Ríe, se golpea los muslos y se lavanta para abrazarme. "¡! ¡Crecí en una granja en Tennesse, sé ordeñar vacas!". A partir de ese momento estaban conquistados.

   Leo el corazón de los hombres. Es lo que intento decirles. Es una parte importante de mi profesión leer el corazón de los hombres no es algo que se aprensa, sólo la experiencia puede enseñarlo. Hablo de experiencias muy elementales. ¿Qué significa estar prisionero? ¿Qué es tener hambre? ¿Qué es criar a los hijos? ¿Qué es la soledad en el desierto? ¿Qué significa enfrentarse a un verdadero peligro? Experiencias básicas, lo más elemental que existe. Pero la mayoría de nosotros ignora esas experiencias, salvo la de tener hijos. No veo a nadie en Francia o en España que haya vivido la experiencia del hambre. Yo si. No veo casi a nadie que haya sido maltratado en una prisión. Yo si. En África, en dos o tras ocasiones. Dejémoslo. ¿Han realizado ustedes alguna larga marcha? De esas experiencias provienen mis virtudes como cineasta.   

Rebelarse Vende


Joseph Heath y Andrew Potter
Fragmento

Pero así es como Brooks caracteriza la contraposición de burgueses y bohemios: “Los burgueses valoraban el materialismo, el orden, la regularidad la tradición, la sensatez, la autodisciplina y la productividad. Los bohemios buscaban la creatividad, la rebeldía, la novedad, la capacidad de expresión, la generosidad espiritual y la experimentación”. Y ahora, hagámonos la siguiente pregunta: ¿Cuál de ambas refleja mejor la mentalidad del capitalismo contemporáneo?.

Quienes hayan optado por la primera pensarán que el capitalismo requiere conformismo para funcionar adecuadamente. Pero no es así. De hecho, sucede exactamente todo lo contrario. El capitalismo se nutre de lo que Joseph Schumpeter llamó la “eterna tempestad de la destrucción creativa”, es decir, una naturaleza cambiante estructurada en ciclos sucesivos de “generación y experimentación”. El sistema produce un flujo de innovación constante: productos nuevos, métodos de producción y transporte nuevos, mercados nuevos, formas de organización nuevas, etcétera. El proceso es una revolución constante cuyas estructuras económicamente se van quedando obsoletas y deben sustituirse por otras. Según Schumpeter, “el capitalismo consiste en esto y hay que tenerlo en cuenta al tomar cualquier decisión dentro del sistema”. La función de los empresarios es dar salida a estos productos y procedimientos revolucionarios. Para ello pueden comercializar inventos nuevos o emplear tecnologías ya existentes de una forma original.

Esto es dar un rodeo para decir que el sistema de valores bohemio –es decir, basado en lo cool– es la savia del capitalismo. El individuo cool se considera un radical, un subversivo que se niega a aceptar la manera habitual de hacer las cosas. Y esto es precisamente lo que mantiene encendida la llama del capitalismo. Es cierto que la verdadera creatividad es completamente rebelde y subversiva, ya que trastoca las pautas habituales de la vida y el pensamiento. Lo trastoca todo excepto el propio capitalismo. Por tanto, el proceso que Thomas Frank describe “como la conquista de lo cool” al final no es tal conquista. “La contracultura”, nos dice Frank, “puede explicarse mejor como una etapa más del desarrollo de la mentalidad burguesa estadounidense, un acto intersante del melodrama del consumismo individual en el siglo XX”.

Más que humano


Theodore Sturgeon
Fragmentos

– Oye, este asunto de sanar cabezas, como lo llamaste antes, no es lo que cree la mayoría. Cuando entro contigo en tu mente –o cuando entras tú solo, lo que es lo mismo– no descubro un mundo muy distinto del mundo llamado real. No parece así al principio, porque el paciente se presenta con toda clase de fantasías, caprichos y extrañas experiencias. Pero todos vivimos en un mundo semejante. Cuando alguien dijo que la verdad es más extraña que la ficción, se refería a algo parecido. Vayamos a donde vayamos o hagamos lo que hagamos, estamos siempre rodeados de símbolos, de cosas poco familiares que no miramos nunca, o que nunca vemos cuando se nos ocurre mirarlas. Si alguien pudiera contarte exactamente lo que ve y lo que piensa, mientras da dos o tres pasos por la calle, tendrías una imagen del mundo increíblemente retorcida, oscura y parcial, como nunca hubieras podido imaginártela. Nadie se fija realmente en lo que le rodea, hasta que entra en un consultorio como éste. No importa el hecho de que esté viendo sucesos del pasado: lo que cuenta es que por primera vez ve con claridad, y sólo porque, por primera vez, trata de hacerlo.
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– La mente nos empuja a veces a hacer cosas raras. Algunas parecen irracionales, sin sentido, propias de un loco. Pero la piedra angular de nuestra vida es ésta: todos nuestros actos están unidos por una lógica implacable. Profundiza lo suficiente y encontrarás una relación de causa y efecto, tan evidente como en cualquier otra esfera. Digo lógica, fíjate; no digo "virtud", "rectitud" o "justicia" ni nada parecido. La lógica y la verdad son cosas muy distintas, aunque a veces, y para quien actúa lógicamente, parezcan lo mismo.
Cuando esa mente trabaja en lo más hondo, aparentemente en pugna con la mente superficial, todo se confunde.
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– La realidad no es el más agradable de los ambientes. Pero estamos en ella como una obra de ingeniería, una buena obra, algo que merece la atención de un ingeniero; y la realidad no puede tolerar las obsesiones. Algo tiene que ceder. si es la realidad, la obra de ingeniería queda sin aplicación. Es decir, no puede aplicarse a nada, se aplica mal. Deseche la obsesión, comience a funcionar según su diseño.
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Homo gestalt, la etapa siguiente de la evolción del hombre. Bueno ¿y por qué no una evolución psíquica y no física? El Homo sapiens surgió de pronto, desnudo, sin otra arma que esa jalea arrugada que llevaba en su cráneo de rey. Era bastante distinto, (todo lo posible) de las bestias de donde había nacido.
Y, sin embargo, era igual a esas bestias. Sentía deseos de engendrar, de poseer; mataba sin escrúpulos; si era fuerte, robaba; si era débil huía; si era débil y nop podía huir, moría.
El Homo sapiens iba a morir.
Su temor estaba ya justificado. El temor es instinto de supervivencia. El temor es un consuelo, pues sólo se teme cuando aún hay algo esperanza.
Pensó en la supervivencia.
Janie quiere que el Homo gestalt tenga una moral, para que los Hip Barrows no mueran aplastados. Pero quiere ante todo que la Gestalt se desarrolle, pues ella es parte de esa Gestalt. Mis manos quieren que yo sobreviva; mi lengua, mi vientre quieren que yo sobreviva.
Moral, ¡el instinto de supervivencia codificado!
¿No es así? Pero ¿y las sociedades en que es inmoral no comer carne humana? ¿Qué clase de supervivencia es ésa?
Bueno, pero quienes se adhieren a esa moral sobreviven dentro del grupo. Si el grupo como carne humana, tú también la comes.
Debe de haber un nombre pare ese código (ese conjunto de reglas) que guía al hombre cuya vida contribuye a la vida de la especie: algo superior a la moral y por encima de ella.
LLamémosle Ethos 
Eso necesita el Homo Gestalt: no una moral, sino un ethos. ¿y me quedaré aquí sentado, con el cerebro excitado por el terror, tratando de concebir una ética para uso del superhombre?
Trataré. No puedo hacer otra cosa.
Defínamos.
Moral: código de la sociedad para la supervivencia del individuo (es decir, el caníbal virtuoso y la corrección de un hombre desnudo en un campo nudista)
Ética: código del individuo para la supervivencia de la sociedad (o sea el reformador ético: la liberación de los esclavos, la prohibición de comer carne humana, la persecución de los delincuentes).
Definiciones excesivamente cómodas, excesivamente pulidas, pero sigamos por ahora.
Como grupo, el Homo Gestalt puede resolver, dentro de sí mismo, todos sus problemas. Pero como individualidad:
No puede tener una moral, pues esta solo.
Una éntica, entonces. "Código del individuo para la supervivencia de la sociedad" El Homo Gestalt no tiene sociedad, y sin embargo la tiene. No tiene especie; es su propia especie.
El Homo Gestalt podría… ¿debería elegir un código para toda la Humanidad?