La conjura de los necios


John Kennedy Toole
Fragmento

Colocando los papeles en el regazo, fue ojeándolos uno a uno y descubrió que, tal como había imaginado, casi todos eran ejercicios no devueltos que había acumulado a lo largo de un periodo de mas de cinco años. Cuando se detuvo a examinar uno de ellos, sus ojos cayeron sobre una hoja arrugada y amarillenta de papel Gran Jefe en la que había escrito, en rojo lo siguiente:
   Su total ignorancia de lo que profesa enseñar merece pena de muerte. Dudo que sepa usted que a San Casiano de Imola le mataron sus propios alumnos atravesándole con sus estilos. Su muerte, un martirio perfectamente honorable, le convirtió en santo patrón de los profesores.
   Encomiéndese a él, tonto extraviado, pseudopedante que se dedica a decir “¿alguien para el tenis?” y a jugar al golf y a trasegar bebidas alcohólicas, pues necesita usted realmente un santo patrón. Aunque sus días están contados, no morirá usted como un mártir (pues no defiende usted ninguna causa santa), sino como el perfecto imbécil que en realidad es.     

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